domingo, 12 de junio de 2005

Breves

Se cuenta que, en cierta ocasión, Hemingway sostuvo una acalorada discusión con un colega acerca de la superioridad del cuento sobre la novela. Frente a los conocidos argumentos a favor de la mayor extensión, el pese a todo novelista y reportero norteamericano consideraba que el cuento era una forma artísticamente más compleja y más abierta a la libre interpretación del lector. Como no podía ser de otra manera, la discusión, muy probablemente regada con abundante Bourbon, terminó con una apuesta. Hemingway debería escribir un cuento de extensión no superior una linea. El maestro del periodismo del siglo XX sólo necesitó 6 palabras para escribir la historia más corta del mundo:



"For sale: Baby shoes, never used."

("Se venden: zapatos de bebe, sin estrenar")



Yo personalmente, me situo en el bando de Hemingway. En un momento en el que las novelas se producen "al peso", es decir, deben tener una extensión determinada para poder ser consideradas vendibles, lo que provoca que estén infladas con datos y estadísticas, informes técnicos y definiciones enciclopédicas totalmente prescindibles, me gustaría romper una lanza a favor una vuelta a la sencillez, en el contenido que no en la forma, prescindiendo de páginas superfluas, que tan solo ocupan tiempo, papel, tinta y dinero.
Así, por ejemplo, me gustaría recomendar a quienes hayan leido "El alquimista" de Paulo Coelho, que lean el cuento del Maestro Jorge Luis Borges "Historia de los dos que soñaron". A los que no han leido la obra de Coelho, les recomiendo que lean sólo la segunda. Una página del argentino contiene las más de doscientas del portugues. Ambas obras narran la misma historia pero el contenido es infinitamente mayor en el cuento de Borges. Paradojas de la genialidad.


"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" Augusto Monterroso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Jesús:

Las anécdotas sobre Hemingway son legión. Hay una que a mí me fascina. Se trata del relato breve "The Killers", que dio origen a dos películas con el mismo título. Una se llamó en España "Forajidos" (1946, de R. Siodmak, con B. Lancaster en su primer papel protagonista, o casi) y la otra "Código del hampa" (1964, de D. Siegel, con el durísimo Lee Marvin en el papel principal). Hay mundos entre ambas en cuanto a estilo y tratamiento (no en vano median casi veinte años entre ellas), pero las dos se basan en la misma idea: buscar una aclaración al hecho insólito de que "el Sueco" acepte sin resistencia su destino. El relato breve funda su valor precisamente en que el lector nunca llegará a saberlo. Las películas, excelentes ambas por otra parte, cuentan otra historia, la del asesino que quiere saber por qué su víctima no trata de zafarse de él. En definitiva, el cuento de Heminway se agota en los primeros diez minutos de cualquiera de las dos películas.
Un buen cuento abre puertas, que el lector debe atravesar o cerrar.

Saludos,

Javier

Roberto Iza Valdés dijo...
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Roberto Iza Valdés dijo...
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Roberto Iza Valdés dijo...
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