domingo, 13 de abril de 2008

La inercia


Desde hace algunos años vengo observando como mi vida se desacelera y se acelera al mismo tiempo. Por un lado, mi percepción del tiempo ha cambiado de forma evidente. Los días y semanas discurren a una velocidad que jamás me habría atrevido a soñar. Cuando era niño el ciclo de las estaciones me parecía interminable. Quizás porque la niñez es un eterno estado de esperanza: esperas a los Reyes Magos, al verano, a hacerte mayor para poder hacer lo que te de la gana. Y entonces, llega un momento en que te haces mayor y tienes todo el tiempo del mundo para ti. Y te das cuenta de que ese tiempo vuela. Esos "Por fin es Navidad" se convierten en "¿Cómo?...¿Ya es Navidad?...¿Otra vez?".
Y sin embargo, mi vida se vuelve más lenta. Es decir, pasan cada vez menos cosas en ella.
O quizás menos cosas nuevas.
O quizás pasan las mismas cosas una y otra vez.
Las mismas alegrías, que cada vez son menos alegres, y las mismas decepciones, que cada vez son menos decepcionantes.
Y en ese estado de movimiento inmóvil (o inmovilidad móvil, como usted prefiera), me he dado cuenta de que las leyes de la física se aplican no solo a los cuerpos de los hombre sino también a su comportamiento. Nadie puede dudar que las relaciones humanas, sobre todo las afectivas, se rigen de forma general por la ley de la gravitación universal, es decir, que mientras más grandes sean las masas de sus cuerpos, mayor será la fuerza con que se atraigan, y que a mayor distancia de separación menor sera la fuerza de atracción. Cualquiera que haya tenido una relación "a distancia" puede dar fe de la fuerza inexorable de esta ley. Asimismo, es de todos conocido que el mayor tamaño de "las masas" de una persona ejerce una mayor atracción en las demás.
Pero el fenómeno físico aplicado a la mente humana que más me llama la atención es la inercia. Cuando una persona está inmóvil, es decir, cuando tiene una actitud pasiva respecto a su vida, permanecerá en esa actitud hasta que aparezca una nueva fuerza exterior que la ponga en movimiento. Y entonces, no dejara de moverse hasta que aparezca una nueva fuerza que le obligue a detenerse. Así, podemos observar cada día como miles de personas se pudren en trabajos que no les gustan o en los que han abandonado cualquier aspiración de realizarse; se torturan en relaciones que no funcionan y que solo refuerzan su pasividad, pues cualquier acción puede significar nuevos problemas; o malgastan su tiempo en proyectos ridículos que están condenados desde un principio, pero que les proporcionan una apariencia de movimiento.
Todas esas personas necesitan una fuerza que les empuje, que les saque de su estado hibernal: un nuevo amor (la más poderosa), un nuevo amigo (la más divertida), una desgracia (la más triste, pero la más frecuente) o una palabra, una idea, una poesía, un cuadro, una imagen, un paisaje,...(estas últimas inocuas para el común de los mortales pero irresistibles para unos pocos anormales) Y entonces, comienza el movimiento...

"No matter how hard you try, you can't stop me now"
Message from a black man
The Temptations

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